Dijiste vamos a nadar,
nunca he visto olas tan gigantes,
dijiste qué nos va a pasar.
Y que todo va en bracear,
y hacías con los brazos
de manera circular.
Entonces nos lanzamos a nadar
y las olas explotaban
como si nos odiaran,
y nos golpeaban sin piedad,
y yo braceaba y braceaba,
no servía de nada, daba igual.
Es que yo en ti confiaba más,
yo sólo seguía sin más
tu físico espectacular.
Así que simplemente me dejé llevar
y ahí vi como pasabas,
toda doblada tu espalda
y no vi más.
Denver.
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